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Un país en tela de juicio – entrevista con la compañía de teatro chilena La ReSentida

04-06-2015 by Lisa Couderé
Foto: Esther Couderé

El golpe de estado y la dictadura en Chile conocen una amplia representación artística en el cine documental y de ficción y en la producción literaria del país. Pero existen otros medios interesantes de interactuar con la realidad. Según el director de la compañía de teatro chilena La ReSentida, Marco Layera, el teatro es como una burbuja: “El teatro es el único lugar donde puedo decir lo que puedo.” Eso conlleva una libertad que hace de la ReSentida una compañía fascinante que convierte la escena teatral en un lugar de reflexión. La obra ‘La Imaginación del Futuro’ va más allá de lo que ya se ha contado acerca de Chile en el arte. Reflexiona acerca del Chile de hoy y mañana. Antes de ver la obra el pasado diciembre en De Singel en Amberes, conSentido tuvo una conversación con Marco Layera sobre el papel del arte en la sociedad, el final de una ideología, el déficit de la izquierda chilena y una nueva generación de personajes que se hacen escuchar.

El cine latinoamericano conoció hace unos años un conjunto de producción cinematográfica con como personajes principales jóvenes y adolescentes en tiempos post-dictatoriales. Las historias muestran los retos que los jóvenes, como futuro de los países, tienen para sacar su patria adelante; después de los conflictos armados y las decepciones y cicatrices de los padres.

En la literatura chilena hay un autor que logra de manera simple y sensible describir la historia de una generación de chilenos que nació durante la dictadura. Alejando Zambra (Santiago, 1975) en Formas de volver a casa (2011) los llama “personajes secundarios”:

“La novela es la novela de los padres, pensé entonces, pienso ahora.”

Mientras la novela sucedía, nosotros jugábamos a escondernos, a desaparecer. “

 

¿Qué tipo de personajes quieren representar en el Chile de hoy desde el arte como creadores, artistas, directores, actores de teatro? 

Nosotros hacemos teatro porque no estamos conforme con el orden actual de las cosas. Hago teatro porque amo y odio a mi país. Si lo amara no haría teatro si lo odiara me hubiera ido de él. Me gusta tener harta exigencia con el teatro. Desde esta perspectiva nosotros hacemos un teatro que tiene que ver con poder reflexionar. Poner en tela de juicio la realidad. Trabajar con las contradicciones que tenemos todos nosotros.

No me interesa ser políticamente correcto y habilitar lugares comunes. Creo que eso lo hace cualquiera. Es más atractivo auto-flagelarse uno mismo. Poner en cuestión lo que uno se supone que piensa.

El arte sirve para construir y hacer sociedad, construir una sociedad ideal, reflejar las contradicciones de la sociedad. Un espacio que no le debe nada a la realidad. Un espacio que es absolutamente libre. El teatro es el único lugar donde yo puedo decir lo que quiera y me da lo mismo.

Para mi el rol del teatro es: transfigurar la realidad y salirnos de las normas de la realidad, ser una trinchera, un contrapeso a la televisión que encuentro que es una bazofia a los valores imperantes. Y eso es lo atractivo del teatro que todavía es una burbuja, todavía puede ser una resistencia este lugar.

Foto: Esther Couderé

Foto: Esther Couderé

Mientras en las calles en Chile también ha habido resistencia. En el mismo año 2011 en el que salió la novela Formas de volver a casa, y en el que se habla de personajes secundarios, empezaron las protestas estudiantiles que terminaron siendo las protestas más grandes desde el final de la dictadura y que se expandieron a una parte de la sociedad muy amplia. Nuevos personajes principales habían nacido.

Las protestas han perdurado y ha cambiado la escena política. Además, durante las últimas elecciones presidenciales hubo un alto porcentaje de chilenos que no fue a votar. La aprobación de la Presidente Michel Bachelet es históricamente baja. Dentro de este escenario, ¿cuáles personajes quieren ser una nueva generación de chilenos que protesta en las calles, no va a votar y no esté de acuerdo con la política?

Es muy atractivo lo que pasó en el año 2011, porque hay un grupo de jóvenes, no mi generación, más jóvenes que yo, que se dan cuenta que no tienen por qué seguir respetando los acuerdos y las transacciones que hizo la izquierda con la derecha para llegar a la democracia. Entonces hace un petitorio de revindique de ciertos derechos ciudadanos. Lo que a mí me parece que es lo más atractivo que ha pasado a nivel social desde que volvió la democracia. Durante mucho tiempo hubo únicamente status quo en silencio. No nos atrevíamos a criticar a nuestros dirigentes porque nuestros dirigentes eran de izquierda y sufrieron mucho.

Estos jóvenes son los que pusieron en la agenda política los temas que se están discutiendo hoy en día, no los políticos. Si no hubiera sido por ese movimiento social, en Chile hoy en día no se estaría hablando de nada.

Pasamos de personajes en el teatro y en la calle que hoy quieren cambiar la realidad a un personaje ícono en la obra La Imaginación del Futuro que en la historia chilena también ha querido significar un cambio: Salvador Allende. Pensando en la división que sigue existiendo en el país en cuanto a los sucesos históricos, ¿cómo uno empieza a crear una obra de teatro sobre Salvador Allende? ¿Qué proceso, o tal vez lucha, conllevaron dando forma a este personaje en el idioma teatral?

La obra no habla tanto de Allende. Los políticos de hoy usan Allende. En un principio cuando nosotros trabajamos con Allende lo representaba un muñeco. Porque tú te vas a fijar que la obra no habla nada de Allende. Vas a ver al ícono ahí, no a la persona humana. No tiene nada de texto Allende. Es una figura casi momificada en la escena. Está cosificado como si fuera un objeto. Cansado, soñoliento, descontextualizado, anejo, melancólico. De otro lugar, no de esta sociedad rápida. Está la metáfora del cuerpo, cansado, en sueño, en vigilia.

Foto: Esther Couderé

Foto: Esther Couderé

La obra relata una historia sabida… relata la muerte de una ideología. Hay una gran metáfora, con Allende muere el sueño. El último sueño, socialismo por la vía pacífica.

Se ha montado La Imaginación del Futuro en Brasil, Italia, Francia, Bélgica, Alemania y todavía están en la agenda Holanda, Austria, Rumania, Singapur, Canadá, los Estados Unidos y España. Se trata de una obra que utiliza sucesos históricos que no solamente pertenecen a la memoria colectiva de Chile, sino del mundo. La imagen de la Moneda siendo bombardeada la conocemos todos. Sin embargo, lo que representa la ReSentida se podría ver como un producto nacional. ¿Cómo fue la acogida y el significado de la obra en Chile y en Europa?

En Avignon (el Festival de Teatro de Avignon) fueron muy duros con el espectáculo; no del plan artístico, sino que ideológico. Porque no saben el proceso en el que está la sociedad chilena hoy en día y todavía quedaron con el romanticismo. La figura de Allende se ha sacralizado. Hoy en día Allende ya es como Che Guevara, traen impreso en la bolera, en el café, se vacía el contenido. Claro porque a lo mejor para estas personas Allende era absolutamente intocable. Una imagen, un ícono que no se puede sacralizar

A pesar de eso estuvo bastante interesante, porque generó mucha división en el público. Nos gritaban cosas al final de la obra. Se ponían a discutir entre ellos. Eso solamente nos pasó en Avignon. También tuvimos otras reacciones que nunca nos habían pasado: ataques catárticos del público que llegaban pasmados, llorando. Esa reacción extrema nunca la tuvimos en Chile. Solamente en Avignon. El público estaba muy ágil, habían muchas cosas interesantes, intermitente, todo muy político.

Claro la obra conmueve porque es como el fin de la izquierda, hablamos un poco de eso. A través de este icono. Allende lo pongo descontextualizado, un hombre acabado, soñoliento, portador de un discurso agónico que nadie quiera revivir. Entonces esta perspectiva si es violento. Subrayar algunas cosas, algunas contradicciones de lo quería hacer Allende también.

Aprovecho hacer algunas preguntas como generación. Era necesario.

Es como que Allende nos enseñó a soñar. Eso es lo más valioso que nos dejó Allende. Entonces yo le pregunto en la obra a Allende: ¿por qué nos enseñó a soñar? Porque estos sueños nunca se hicieron realidad. Es doloroso. Era una revolución que quería ser pacífica y desarmada. La pregunta es ¿se puede hacer una revolución pacífica y desarmada? Son varias preguntas. Uno tiene el derecho como generación a hacerlas o a subrayarlas para cuestionarlas.

Y otra vez la cita de Zambra se me viene a la mente: “La novela es la novela de los padres, pensé entonces, pienso ahora.” En la Imaginación del Futuro ya no es así. Encontramos a una generación que después de la novela de la dictadura de los padres hace teatro con sus propias preguntas, no importa lo doloroso que estas sean. Una generación y su derecho a la existencia.

Una generación que abre camino, pero no necesariamente a través de la vía política del sistema que ha imperado desde que volvió la democracia. Ya no vale la llamada “democracia de la indiferencia” (Joignant, 2013):

Se pactó la democracia: “Van a tener democracia, pero…” La Constitución Chilena tiene que cambiar. La izquierda hoy día en el poder se oficializó.

En La Imaginación del Futuro critico un poco a la izquierda. Una izquierda que dejó hace mucho rato a ser izquierda y que cada vez se parece más a la derecha. Las diferencias son cosméticas. La izquierda chilena desde que asumió el poder lo único que ha hecho es administrar el sistema que dejó la dictadura. Uno hecha mucho de menos escuchar políticos que hablan como Allende, que hablen como el Presidente de Uruguay que uno dice “wow…” Falta mucho ideario a nuestros políticos. Hablo un poco de eso en la obra, de cómo se ha relativizado el legado político de Chile.

Y aunque hablemos de hoy, no podemos olvidar el pasado.

Si muchos subliman el pasado. A mí lo que me interesa es el ahora… pero uno siempre nace de una memoria, y la memoria es muy importante. Sobre todo en Chile.

Los libros de historia legaban hasta el golpe militar, de ahí no hablaba nada más. También existe un recorrido por hacer en este sentido. También existe una herida profunda, porque todavía no ha habido justicia en Chile.

Aprender del pasado, de la herida del pasado. Y ver para dónde vamos, para dónde tenemos que ir.

Imaginar un futuro sin olvidar el pasado permite dar forma a un país y avanzar, ir caminando. Es la fuerza de una compañía de teatro como la ReSentida y la obra La Imaginación del Futuro. Nos permiten reflexionar más acerca de lo que transcurre paralelamente en las calles chilenas con todas sus repercusiones en la sociedad y política chilena.

¿Hay alguna cosa que tenemos que entender antes de ver la obra como público europeo? Por supuesto que diferentes personas interpretan diferente a la obra. Pero según Layera también un público europeo va a entender la obra. La crítica es una de la clase política que encuentras en todo el mundo occidental.

Mientras en Chile: esta clase política se ha visto enredada en un escándalo de corrupción, los estudiantes salieron otra vez a la calle porque no están de acuerdo con la reforma educativa y Bachelet está preparando los gran esperados cambios en la Constitución.

La obra de teatro La Imaginación del Futuro ya no es la de los padres, sino que es de nuevas generaciones que ya no se quedaron con las heridas de la generación anterior, ni con un romanticismo de los que están lejos. La Imaginación del Futuro trata de manera absurda, con imaginación y humor, una serie de temas sociales. La obra colma y hace que el público cae sin pausa de un tema en otro.

Salvador Allende es representado amigablemente como marioneta para por un lado intentar responder la pregunta “Qué hubiera pasado si…” y por otro lado cuestionar la realidad chilena de hoy en día. La pregunta acerca de lo que hubiera pasado si las cosas hubieran trascurrido de manera diferente es una pregunta difícil y dolorosa. Aporta silencio y emoción sincera en una obra animada e intensa. Para así al salir de la burbuja del teatro poder criticar y reflexionar la realidad, y así avanzar.

 

Pueden ver La Imaginación del Futuro el 6 y 7 de junio en Stadsschouwburg Amsterdam.

 

http://www.teatrolaresentida.cl 

 

 

 

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